

Sumérgete en esta aventura aterradora, divertida, conmovedora; y forma parte de la selva: sus creencias, encantos y misterios...
Y tú ¿Ya estás listo para creer?
Los mitos y leyendas de nuestra amazonia...
Cuán importante es mantener viva la llama de nuestras creencias orales y nuestra tradición... Olvidar nuestras raíces, olvidar nuestros mitos y leyendas, es dejar que algo de nosotros muera para siempre, junto con ese gran bagaje cultural que nos identifica como individuos, como etnia, pueblo y País. Enterrar nuestro patrimonio es simplemente desprendernos de nuestra historia y dejar que se sumerja en el olvido. Es importante recalcar, a la juventud, la gran importancia de continuar nutriendo y conservando lo nuestro, ya que un pueblo lleno de orgullo que mantiene viva sus creencias, tiene un gran Legado que entregar a los niños y jóvenes, sobre todo a aquellos que están por llegar a este mundo maravilloso...
Quizá la vida de los pobladores de una región o pueblo no dure para siempre, pero sus tradiciones y creencias continuaran existiendo y trascendiendo el tiempo mientras tomemos la decisión de no dejarlas morir y continuar haciendo eco de ellas.
(El autor)
EL TUNCHE
El ánima errante del monte
EL TUNCHE o Tunchi, como también es llamado en algunas partes de la selva peruana, no es más que un espectro errante, un alma en pena. Por lo general, son espíritus de personas que en vida fueron individuos perversos y que encontraron la muerte de forma violenta. Pero también están aquellos espíritus que aunque no fueron malos en vida han sido sorprendidos por la muerte en circunstancias injustas o turbadoras, o se han suicidado, arrepintiéndose de su cobardía una vez muertos, negándose a dejar este mundo y decididos a permanecer vagando entre nosotros, lamentando su desgracia.
Muchos Tunches que deambulan por el monte son almas que no entienden lo que les ha ocurrido. No aceptaron su muerte y necesitan asimilar su destino, saldar una cuenta, o purificar su esencia para poder pasar al siguiente plano.

A estas ánimas se le podrían denominar como “Almas blancas”, espectros que aunque asustan, no tienen como objetivo hacer daño alguno, solo deambulan por los cantos de las trochas silbando su dolor. Pero también están las almas negras, o los Tunches perversos que son los causantes de los muchos sustos y hasta muertes de testigos que han sido sorprendidos por sus horripilantes manifestaciones y se han llevado a cabo en lugares desolados y caminos solitarios. Es a consecuencia de emociones como la ira, dolor, rencor y otros trastornos violentos que la energía espiritual de estos espectros se queda aferrada a este mundo. Los malos espíritus o tunches negros, que no hay que confundir con el “Maligno”, son esos que en vez de encontrar la paz en el proceso de su purgación y pasar del todo al otro plano con ayuda de un auténtico arrepentimiento, simplemente se aferran más a sus temores, iras, pasiones y vicios, terminando atrapados entre dos mundos, el de los vivos y los muertos. Luego con el transcurso del tiempo su propia esencia se vuelve negativa, hostil, territorial, sumamente pesada y peligrosa. De ahí proviene la naturaleza de este espectro errante que se conduce como una sombra entre el monte y sus ramajes, del que pena constantemente, del que causa miedo con sus apariciones, creando caos y terror por los alrededores de las comunidades selváticas. Su silbido, dicen algunos, no es más que el aterrador grito de dolor y furia que profieren desde su propio plano, y que se filtra y llega hasta nuestros oídos como un chiflido hiriente y estremecedor. Si alguien imita aquel silbido, su muerte sería inevitable. Así que si algún día decides internarte solo en el monte, siguiendo los recovecos desolados del camino para llegar a tu destino, piénsalo dos veces y toma tus precauciones… Incluso, no estaría de más acompañar tus pasos con alguna plegaria.

EL CHULLACHAQUI
La criatura de los pies desiguales
EL CHULLACHAQUI, es sin duda uno de los seres mitológicos más conocidos, nombrados y temidos en la cultura amazónica, junto al Tunche, el Yacuruna, la Lamparilla quienes deambulan entre la sombra del monte y el acecho constante. Su nombre proviene de los vocablos quechua selváticos: chulla=desigual y chaqui=pie.
Este demonio del monte, mitad hombre mitad fauno, de aproximadamente 1.60 mt. de estatura, cuenta con una pierna derecha normal y la pierna izquierda deforme, algunos dicen que esta última tiene la forma de una pata de gallina, otras aseguran que es regordeta y pequeña como la de un bebé, sin embargo muchos que han tenido la mala suerte de toparse frente a frente con este maléfico personaje y han vivido para contar sus mala experiencia, aseguran que la extremidad es idéntica a la de una pata de cabra.
El objetivo de este ser, es perder a los moradores de lugares que están cercados por la selva, aprovechándose de que se desplazan solos por los caminos solitarios, para presentarse ante ellos en forma de algún amigo, familiar o conocido de la posible víctima, para no levantar sospechas, logrando que con algunas mañas y engaños lo siga. De este modo ambos se infiltran entre la floresta y cuando esto ocurre, el Chullachaqui, después de haber avanzado un corto tramo, en el colmo de lo aterrador, suele adelantarse unos metros de la víctima para sonreír, dejar ver su colmillos agudos y la mirada roja como el fuego para luego perderse entre los matorrales. Naturalmente, la persona (hombre, mujer, anciano, niño) al ver este cuadro, retrocede lleno de pavor y en lo primero que piensa es en regresar –despavorido- hasta el lugar en donde se apartó del camino con la falsa compañía, el problema es que nunca encuentra el recorrido de regreso, pues sin saberlo se halla en otra parte del monte, varios kilómetros más alejado de donde se encontraba al principio, como si de un momento a otro hubiese traspasado alguna dimensión siendo transportado a un entorno distinto selva adentro. La única forma de descubrir a este embustero, es ver como camina. Si sus pasos son desiguales, o demuestra una leve cojera al andar, entonces podría tratarse del pata de cabra.
Muchos que han sobrevivido a estas experiencias aterradoras, fueron encontrados por suerte, por leñadores o nativos que han prestado ayuda a la víctima. Algunos dicen haber recibido oro o joyas de este demonio a cambio de que no dañen su hábitat y lo conserven, pero son más las experiencias que hablan de los engaños, desapariciones y muertes que han sido provocados por el Chullachaqui, y siempre sus huellas desiguales plasmadas en el barro, han quedado como innegable certeza de su existencia y veracidad.


LA LAMPARILLA
El espectro del mal
Este espectro altamente mortal y horripilante, conocido por los moradores amazónicos como “LA LAMPARILLA” es un ente al que le gusta deambular en plena oscuridad cerca de lugares poblados, y sobre todo en donde impera un silencio pesado y tétrico. Algunos creen que la hora en la que suele hacer sus paseos nocturnos es a partir de la media noche. Incluso, muchos testigos juran haberla visto, bien entrada la noche, ingresar en ciertas comunidades en forma de esfera multicolor. Aunque a veces se dice que comienza su lento y macabro recorrido cuando el sol ya se ha ocultado; pero son excepciones, ya que no es usual, sin embargo no está demás tomar ciertos cuidados, sobre todo si es necesario salir en plena noche con el fin de ir de caza o pesca.
Pero lo que sí es seguro, es que este aparecido va merodeando y oteando lentamente y en silencio el camino que recorre en forma de esfera luminosa, también muchos que han tenido la mala suerte de advertirla a lo lejos y camuflarse para no terminar agonizando de miedo, han caído en cuenta que la luz, que levita y cruza malezas y lianas, sisea levemente y parpadea cada instante, dejando escapar diversos colores como una intermitente señal de que la maléfica presencia es sin duda “peligrosa y mortal”. Cuando esta aparición se topa con algún distraído morador que no ha reparado en su llegada hasta que ha sido demasiado tarde, (o que pensando que la extraña luz que divisaba a lo lejos se trataba ni más ni menos que de un extraño candil portado por algún comunero, tomándolo por sorpresa al descubrir lo que era en realidad) la Lamparilla en el mismo instante del abismal sobresalto de su víctima, hace su horrenda manifestación y de la nada, a partir de la esfera luminosa que se mantiene respirando a cierta altura, comienza a formarse un esqueleto humano que se mantiene en el aire agitando sus huesos unos con otros como si le divirtiera el pavor que se refleja en la mirada y expresión del testigo, la esfera que queda a la altura del pecho de la osamenta sigue iluminando todo el horror que el cuadro desprende. Naturalmente una impresión como esta mata al desafortunado tiñendo la mañana siguiente de pavor, pues la comunidad sabrá que la Lamparilla ha cobrado una víctima, y es bien sabido, que cuando este mito mata a alguien, no descansará hasta llevarse a otros dos o tres moradores, siempre es así.
Sin duda uno de los espectros más temidos de la Amazonía peruana, el cual su solo nombre esparce un rosario de emociones de temor y angustia. Una vez más: Nunca es bueno salir de noche en la selva, pues el monte tenebroso nos tiene preparado muchas sorpresas desagradables.




LA Yacumama
La madre de las aguas
Muchas cosas se dicen en torno a esta gigantesca serpiente mítica, más conocida en la selva baja como “La Yacumama” (Madre del agua). Se dice por ejemplo que es, más que una gigantesca boa, un dragón o monstruo de la era de los dinosaurios que de alguna forma se ha mantenido viva hasta nuestros tiempos. Otros por el contrario, la atribuyen como una especie de enorme mascota para el tan temido Yacuruna (Señor de las aguas), obedeciendo todo lo que este ser mítico le ordene, destruyendo poblados y produciendo las tan temidas crecidas por alguna venganza que este ser híbrido haya querido saldar con los humanos con los que hace pacto. Sin embargo otros refieren que este titánico ser, no obedece a nadie más que a sus impulsos demoledores y catastróficos cuando se ve amenazado por algo o alguien. Muestra de esto las podemos encontrar en las diversas fuentes orales de testigos que dicen haber visto cómo una enorme serpiente formaba remolinos para hacer zozobrar distintas embarcaciones o simplemente partía las naves con simples coletazos. También están aquellos que se han topado frente a este colosal animal cuando dormitaba en la orilla o yacía camuflado entre las aguas semi turbias de alguna laguna, advirtiendo asombrados que su tamaño superaba los doce metros y en otros casos los 25 mts. Solo basta ver en la mirada aterrorizada de los testigos que han sido parte de estos fenomenales avistamientos para saber que el miedo, a pesar del tiempo transcurrido, no se ha esfumado y muchas veces los acompaña hasta la muerte. ¿Y tú qué crees? ¿Verdad o ficción?
LA Runamula
La mula del diablo
“Ahora toca hablar sobre un mito que por siglos y siglos, desde la llegada de los colonizadores, quienes trajeron con ellos la religión y con ella a los misioneros a las vastas regiones amazónicas, se han ido pasando de boca en boca, de padres a hijos, para instruir y advertir que el pecado de la carne puede traer consecuencias muy colosales para aquellos que han decidido llevar un amor clandestino, un amorío prohibido en el cual el diablo se involucra y como regodeándose con la situación, juega a su antojo con los protagonistas infieles, como si fueran sus títeres, víctimas de la maldición que les ha impuesto.” (Fragmento de la Selva de los Tunches)
La Runamula, es el adulterio encarnado en mito, ya que su procedencia nace de la infidelidad de una mujer casada con un amante, del incesto de un padre con una hija, o de la unión a escondidas de un cura con una feligresa. Son estos amores prohibidos y retorcidos los que castigan a la infiel y al amante convirtiéndolos (a ella) en una mula que, en las noches de los martes y viernes en donde la luna llena ilumina la tenebrosa oscuridad, está condenada a trotar enloquecidamente por la comunidad cabalgada por su amante que ha sido convertido en un amorfo demonio. La Runamula, cuya denominación quiere decir: "mujer mula", y en una expresión más coloquial “La mula del diablo” ha sido unos de los mitos más avistados en muchas comunidades de la Amazonía peruana, tanto de la selva baja, ceja de montaña y selva alta, sumando así la indiscutible credibilidad de su existencia.
Muchos definen a esta criatura como un ser híbrido: mitad mujer y mitad mula (algo asi como un centauro), otros juran que es una mula blanca que suele recorrer despavorida a través la comunidad en plena madrugada, pero la mayoría de testigos coinciden en que esta criatura endemoniada se muestra como una mula negra de crin erizada que cuando se manifiesta lo hace de la manera más terrorífica: sacudiéndose como una bestia rabiosa y maniática, dando feroces dentelladas al aire, botando espuma por el hocico y mostrando unos ojos rojos como el fuego.
Muchas veces, los pobladores que saben que una Runamula deambula por la comunidad creando caos y terror, deben vencer el miedo, ponerse de acuerdo y hacer guardia en grupos madrugadas enteras con el fin de acorralar en una noche de luna llena a este ser endemoniado y darle la paliza merecida para saber al día siguiente (cuando ya la transformación ha terminado y los moretones aparecen en la piel de la infiel) quien es la amante que ha estado conmocionando con sus trotes y rebuznos terroríficos a toda la comunidad.


El Yacuruna
El señor de las aguas...
El Yacuruna, uno de los seres mitológicos más importantes de la selva baja, es una criatura que ha sido representada infinidad de veces como un ser anfibio que emerge de las profundidades de los ríos o lagos, adornado por algas, cangrejos, calzando caparazones de tortugas, y muchas veces montando en un enorme lagarto negro. La tradición oral representa a esta criatura híbrida como un ser que salede las aguas para raptar muchachas y llevárselas consigo a las profundidades de los ríos de donde nunca más regresan, Se cree que de estos "Señores de las aguas" y las humanas raptadas surgen las "Yaras", o sirenas selváticas.
Y a pesar de que los brujos y curanderos de la amazonia, muchas veces pactan con estos hombres acuáticos (a causa de su gran poder sobre los ríos) para llevar a cabo sus curaciones, maleficios o salvar la vida de algún desaparecido, se puede adivinar que tras la presencia de estos seres se esconde algo mucho más oscuro y aterrador, siendo la principal incógnita su procedencia...
¿Serán los Yacurunas seres de otros mundos que llegaron a este planeta desde tiempos remotos para vivir en las profundidades de los ríos amazónicos?




Los Ishingos
Los duendes del monte
Quién, que haya vivido en la selva, no ha escuchado desde pequeño el mito de que a los recién nacidos que no habían sido bautizados aun, había que ponerles una cruz o una tijera de acero debajo de la almohada mientras dormían, para que los "Ishingos" (duendes juguetones y malévolos) no se los llevaran consigo, sobre todo en las noches en que la lluvia y los truenos arreciaban.
Los Ishingos, dicen algunos, son las almas de los bebes abortados, otros aluden que no son más que aquellas criaturas que murieron a temprana edad, de manera sorpresiva o trágica, y el mismo hecho de negarse a estar muertos y pasar al siguiente plano evolutivo los a mantenido en este mundo convirtiéndolos en seres algo demoníacos, malévolos y traviesos. Por ello, es usual enterarse de personas que los han visto y han sido víctimas de malas pasadas a causa de sus visitas, ya que solo saben molestar, jugar bromas pesadas, asustar y hacer travesuras sin medir las consecuencias de sus actos.
Como verán, la selva también tiene sus duendes:seres ambiguos, que ha veces se aparecen de forma amigable para hacer compañía y jugar con los niños que se quedan solos en casa, pero que en ocasiones también suelen ser bastante malévolos y letales cuando se encariñan con alguna criatura y deciden llevársela consigo, para convertirlos en uno más de ellos.
El Maligno
El Maligno, un ser que equivocadamente es confundido por muchos por los Tunches de naturaleza oscura (almas en pena), y es al mismo tiempo concebido por muchas culturas indígenas como espectros demoníacos que solo existen para crear el caos y la muerte. Lo cierto es que estas sombras del inframundo, y digo bien: sombras demoniacas, son entes despiadados que suben a la tierra para poder captar cualquier alma para arrebatarla de de este plano y llevársela a sus dominios, ya que solo de este modo, el Maligno podrá ganar su libertad y crear el terror a su antojo, dejando de recibir ordenes de jerarquías mayores. Por ello, con un pitido potentísimo e hiriente (mucho más largo y escalofriante que el de un Tunche cualquiera) hace sus recorridos a través del monte, como si fuera un violento huracán o ventarrón que se desplaza con rapidez de aquí para allá en busca de seres vivos o almas en pena (tunches) a los que persigue hasta el fin de sus fuerzas sin darles tregua alguna de escape, con la finalidad de liberarse de su yugo infernal.
Si es sabido que al ver a un Tunche (alma blanca o negra) nuestra primera reacción (antes del grito o el escape) sería un engarrotamiento del vientre y, simultáneamente, una especie de vomito jabonoso que expulsaríamos del estómago a causa del excesivo miedo; el simple hecho de ser testigos de la desagradable manifestación de un Maligno, significaría sencillamente una muerte fulminante y atroz.
La única forma de librarse de su letal presencia y peligrosidad sería camuflarse entre la floresta al escuchar su estremecedor silbido hasta que el peligro pase. El Maligno, Sin duda un ente demoniaco, letal y muy temido.



El Mapingari o Sacharuna
Padre del monte
Este enorme y fascinante ser, es conocido en estos territorios de vírgenes y frondosas montañas como el SACHARUNA o MAPINGARI que no es más que el “sasquatch”, “pie grande” o “yeti” de estas regiones amazónicas. Considerado por muchas culturas indígenas como el “Padre del monte” de quien se dice, tiene el deber de velar por las criaturas de su entorno.
Al igual que sus primos canadienses e himalayos, su apariencia presume la de un gigantesco hombre oso u hombre mono. Posee una fuerza extraordinaria, logrando cortar por la mitad palmeras y tumbar enormes árboles de un solo empujón si se encuentra furioso o alterado por algo que lo haya irritado sobre manera, pues por lo general son consideradas bestias pacíficas, pero a las que hay que evitar molestar. Equivocadamente se ha dicho que estos seres son espíritus, que tienen un solo y enorme ojo en el rostro, o que poseen una descomunal boca a la altura del vientre, pero estas aseveraciones son sólo pura fantasía que empañan el verdadero aspecto de esta misteriosa criatura.
Las grandes pisadas que provoca en su recorrido, solo pueden ser notadas por el ojo experto que no puede evitar sobrecogerse al observar la gran envergadura que quiebra ramas y aplasta vegetación con cada paso que produce; haciendo que el entendido sobre rastros, intuya, que la gran criatura bípeda que deja dichas huellas, solo pueden ser provocadas por alguien enorme y aterrador.
Viven en cuevas profundas y disimuladas por la enmarañada vegetación, pero también buscan sus hogares en las grutas y cavernas que se ocultan detrás de grandes cascadas. A pesar de que su enorme estatura asciende entre los dos metros y medio a tres metros, su actitud esquiva y recelosa los empuja a mantenerse siempre escondidos y a la defensiva para no ser vistos por algún humano que pueda caer en cuenta de sus existencias.
El caso de este gran hombre-mono sigue siendo tan enigmático, como las frondosas selvas amazónicas que lo amparan y esconden de aquellos investigadores y científicos que para estudiarlo se afanan en rastrearlo, deseando dar fe de su existencia y veracidad.



La Sachamama
Madre del monte
La SACHAMAMA, conocida por muchas culturas indígenas de la Amazonia como “La madre del monte”es una boa gigantesca, algunos creen que mucho más grande que la Yacumama. Suele vivir cerca a las orillas de pantanos o lagos. Se cree que al principio suele estar entre el agua y tierra firme, alimentándose de peces, caimanes y tortugas. Cuando comienza a tomar dimensiones colosales con el pasar del tiempo, este enorme ser, se abre paso a través del monte hasta llegar al lugar en donde percibe que existen seres vivos que pueden servirle de alimento y deambulan por los alrededores, y simplemente decide quedarse quieta, imperturbable, esperando con toda la paciencia del mundo a que alguna presa pase por ahí.
No pasan muchos días para que, con ayuda de las lluvias y la humedad, líquenes, brotes y pequeñas plantas, junto a algunos insectos de todo tipo, la cubran por completo, dando la apariencia de que aquello no es más que un imponente árbol caído, situación que suele ser beneficiosa para mimetizarse con el entorno y no espantar a las criaturas que de lejos ya se han percatado de su forma abultada en medio de la espesura. El modo en que caza es muy simple, basta que algún animal del monte o algún cazador o cristiano pasen cerca de donde se halla dormitando, para que abra sus ojos brillantes y cegadores como faros, y una fuerza magnética envuelva a la víctima que se dirige directamente hacia sus fauces. Una vez hecho esto, la Sachamama vuelve a su postura habitual a la espera de la siguiente víctima.
Por ello, cuando encuentres algún árbol de enorme dimensión caído en pleno monte, cubierto de plantas, ten mucho cuidado, podría tratarse de esta bestial criatura que estaría esperando que te acerques. Si eres muy valiente, podrías tomar la decisión de inspeccionar uno de los extremos, si en uno de ellos encontraras un cúmulo de osamentas de animales o esqueletos humanos es seguro que se trata de esta terrible criatura, pero, si por querer investigar este hecho, desafortunadamente, te acercaras por el extremo equivocado, a lo mejor ocurriría que entre la maleza, dos faros brillantes se encenderían y simultáneamente una cueva enorme se abriría para hacer que entres en ella, sintiéndote presa de una fuerza que desconoces pero que te empuja hacia la oscuridad de aquel lugar lleno de colmillos puntiagudos y viscosos.

El Fin Fin
Imitador del Tunche
Aunque no lo crean, hay una pequeño animal que imita el paralizante silbido del Tunche, casi tan bien que muchos, que no saben diferenciar el verdadero silbido de un alma en pena y el de este emplumado personaje, han transitado el monte y han logrado escucharlo, han quedado aterrorizados por creer que era algún ánima errante la que merodeaba cerca de ellos.
Cuenta la leyenda que hubo alguna vez un especie de ave que al no tener forma de comunicación, comenzó a imitar el silbido del Tunche, pues era fácil imitar aquel sonido para poder comunicarse con los suyos. Obviamente, cuando uno de estos espíritus errantes escuchó la imitación, no le hizo mucha gracia y se abalanzó contra su imitador con el fin de matarlo, pero al ver a la avecilla que rogaba por su vida, el Tunche lo pensó mejor y cayó en cuenta de que aquella criatura podría ser el mensajero de su agonía y dolor, llevando su lamento por todos los lugares a donde sus alas lo transportaran.
Es por ello que cuando la luz de la luna está ausente y la oscuridad de la noche logra que hasta el más valiente perciba la presencia del miedo en su interior, el FinFin, que es el nombre con el que todos los montañeses conocen a esta avecilla, produce fielmente ese sonido hiriente y paralizante entre las ramas de los frondosos árboles, en medio de la penumbra que le suma terror a los escalofriantes pitidos, dejando sin aliento y lleno de pavor al que escucha los aterradores remedos del tunche. No obstante, el oído atento y conocedor de este sonido, aparentemente semejante, puede lograr diferenciar entre el verdadero chiflido de un alma errante con el de este emplumado imitador, y saber con certeza, quién es el provocador de los lastimeros silbidos.


El Bufeo colorado
El mito del delfín mágico
El Bufeo colorado, uno de los seres más enigmáticos y mágicos de la selva baja es la encarnación misma del amante lujurioso y desleal. Muchos cuentan que este delfín rosado, suele sentirse atraído por el sonido de las celebraciones que suelen hacer los pobladores de algunas comunidades que viven cerca al río. Una vez que este ser se asegura del lugar en donde el festejo se lleva a cabo (aquí es donde el mito toma forma), el delfín se arrastra como puede hasta el canto del río, hasta secar su piel lustrosa de cualquier resquicio de agua y una vez seco, de modo mágico e inexplicable, comienza a transformarse en un hombre de procedencia foránea (piel blanca, pelo rubio, ojos azules, alto y corpulento), para así ingresar a la fiesta sin evidenciar algo anormal en su anatomía y poder enamorar a alguna incauta señorita que quede prendada de su belleza.
Antes de que la celebración acabe y logrado su fin, el de haber encantado a la dama elegida, el hombre retorna al río volviendo a convertirse en el Bufeo mágico tan rápido como su piel vuelve a tener contacto con el agua.El final de la pobre mujer es triste, pues no pasan muchas noches para que (después de varias visitas nocturnas y furtivas del hombre misterioso) quede embarazada del delfín rosado. Solo entonces, cuando el Bufeo sabe que la mujer ya quedó preñada, nunca más vuelve a aparecer en su vida. A las finales, la mujer suele caer presa de una honda depresión y termina suicidándose, arrojándose a algún remolino del caudaloso río, otras veces, mueren en el parto, tanto ella como la criatura híbrida que el delfín dejó en su vientre.

El barco fantasma
Desde tiempos muy antiguos, se corre el rumor de que cada cierta cantidad de años, en noches en donde siempre la luna llena ilumina la penumbra de la enigmática amazonia, aparece misteriosamente sobre el torrentoso río, un barco a vapor muy antiguo, que surca y desafía la corriente lentamente, llevando en su interior una tripulación de pasajeros, vestidos éstos con trajes y atuendos que no coinciden para nada con el presente en el que hacen su inesperada aparición. Una música extraña, acompaña a la manifestación, la misma que logra fusionarse con el sonido de los movimientos de paleta que impulsan a la embarcación espectral, mientras se muestra imperturbable, surcando río arriba para desaparecer a los pocos minutos, después de haber hecho su inesperada revelación.
Mientras dura la materialización del barco fantasma, como muchos llaman al fenómeno errante, una luz pálida la envuelve, bañando el entorno de una luminiscencia pálida y mística. Entonces se puede divisar en el interior y en la cubierta del navío, formas y siluetas de personas que bailan, ríen y se divierten. Pero inesperadamente la luz se torna de un color rojo, sangriento, y unos gritos preceden al cambio radical que se vive dentro de la nave. Ahora los tripulantes que antes parecían divertirse en su interior, gritan, sollozan, profieren gritos desgarradores, mientras que el barco, empujado por ese ensordecedor sonido que lo impulsa, sigue navegando el río, hasta desparecer. A veces, dicen algunos, que aparece acompañado de una niebla densa, que no lo abandona hasta el momento de su desvanecimiento. Estos avistamientos se han dado en ríos como el Marañón, el Amazonas y otros afluentes navegables de la vastísima selva peruana.
Según la leyenda, el barco fantasma repite su aparición, y con esta, se reiteran las mismas escenas, cada diez o veinte años. Del mismo modo, se refiere que de aquellos que logren avistar la embarcación fantasmagórica, en medio de la noche, solo uno vivirá para poder relatar la paranormal y espeluznante experiencia, sin embargo muchos testigos que en grupo han logrado presenciar el anómalo suceso, han descartado dicha especulación, pues a ninguno de ellos les había sucedido nada después de la inusual vivencia.
Se han sabido de casos en el que algunas grandes embarcaciones aseguran haber advertido a la nave a vapor, aparecer como por arte de magia delante de ellos y continuar su recorrido, como si deseara embestirlos, pero sorprendentemente, al margen de los esfuerzos que los navegantes hacían para que no se provocara la colisión, cuando faltaban solo algunos metros para que ocurriera la tragedia, el barco fantasma misteriosamente desaparecía.


El Ayapullito
El Ayapullito, cuyo significado quiere decir: "ave pequeña", es un ave agorera cuyo desagradable canto es anuncio de desafortunados y desagradables eventos dentro de una familia, ya que días después del aviso, alguna muerte familiar enlutará a la comunidad. Por ello, muchos comuneros temen los fatídicos anuncios de estos polluelos maleros, ya que se cree que se tratan de brujos que convertidos en estos pequeños seres lanzan sus malos augurios para que la desgracia vaya directamente hacia sus enemigos. Por ello muchos que escuchan la fatídica cancioncita del Ayapullito, salen de sus casas con la intención de espantar a heraldo de la muerte y su maldición, pero en vano, pues una vez lanzado el escalofriante anuncio, solo es cuestión de horas o días para que la muerte venga a recoger a la persona escogida



La Cuda
La CUDA, un ser sórdido y aterrador. Por lo general suele manifestarse en los cantos de caminos o cruces de trochas que llevan a las comunidades. Cuando aparece, lo hace en forma de mujer (sin mostrar alguna deformidad en su apariencia), con el fin de pedir que la acerquen a su destino. Cuando el desafortunado que se desplaza a caballo o algún otro vehículo, suele ser manejado por su bondad y hace un alto para ayudar a subir a esta mujer, la pesadilla se desata, pues la señora, al hacer a un lado la larga falda, que siempre suele llevar, para poder trepar al coche, deja ver unas aterradoras patas de gallina, haciendo que el conmocionado testigo la mire a los ojos para reparar inevitablemente que en aquel rostro han surgido de la nada las inequívocas facciones de un ser horripilante y sobrecogedor, que comienza a reír escandalosamente profiriendo un paralizante sonido gutural: “Cudu… cudú… cudú…” y luego, simplemente se desvanece ante la atónita mirada de aquel que solo vivirá algunos días más para perecer a causa del susto visceral que ha experimentado. Se cree que esta criatura tiene raíces en Huancavelica, Ayacucho, Huancayo, entre otros puntos de la sierra, pero con la llegada del éxodo andino a la selva peruana, el mito de este misterioso personaje, ha logrado afianzarse en la vasta selva amazónica, pues han sido muchos los avistamientos y testimonios sobre esta criatura, y solo algunos cuantos han sobrevivido a su espantosa aparición.

El Mayantú
Este pequeño hombrecito verde, de no más de treinta centímetros, de cuerpo robusto y cara de sapo, es conocido en gran parte de la selva baja como el “Mayantú”. Este duendecillo noble suele prestar ayuda a las personas de buen corazón que se encuentran en problemas, mientras que a la gente que vive dañando a los animales o sacando provecho del monte indiscriminadamente, suele asustarlos tomando la forma de fieros animales para espantarlos, o haciéndoles pasar malas jugadas con la mente a base de espejismos.
Algunos indígenas como los Yaguas, todavía suelen adorar a esta criatura bondadosa, pues ha enseñado a los ancestros como poder curar los males y enfermedades con ayuda de la diversidad de plantas curativas que coexisten con el hombre. Por ello, es normal ver como en esas comunidades siempre los pobladores dejan ofrendas como muestra de respeto y agradecimiento, en los lugares sagrados en donde es idolatrado. Los cristianos que han tenido la suerte de verlo o conversar con él, después de haber sido socorridos gracias a su nobleza, saben que este ser simboliza el equilibrio y la misericordia dentro de la cosmovisión del monte y sus misterios. Es por ello que este ser (más espiritual que físico) es considerado por muchos como un geniecillo piadoso que sana, de ahí proviene la denominación de este gracioso hombrecito con carita de sapo: “el duende bondadoso que cura”.



La madre del árbol
El tema de la relación entre “naturaleza-hombre”, es un asunto que muchas veces se ha tocado y analizado a lo largo de la humanidad de modos diferentes y desde muchas perspectivas. Sin embargo esto no ha sido suficiente para desvelar los misterios que muchas plantas y árboles guardan en su interior. Se dice que existen espíritus que protegen la selva. Estos guardianes tienen una apariencia muy variada cuando se manifiestan, puesto que su papel en el plano terrenal, es el de preservar y defender su hogar (La Amazonía) de la destrucción que el hombre “civilizado” lleva en su naturaleza, siempre inclinado a arrasar con todo lo que a él le parece un obstáculo o materia prima de la que hay que echar mano para lograr sus fines. Madres de árboles, vedas de la naturaleza, guardianes de la flora que emergen desde la oscuridad del monte y sus ramajes para dar la lección a aquel o aquellos que no saben respetar la vida en sí.